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El objetivo de la jornada es compartir cada uno un poco y que este hecho se convierta en un estilo de vida, según el documento papal publicado recientemente.
El mensaje lleva por título una advertencia del Apóstol San Juan: "No amemos de palabra sino con obras". Y es que según el Pontífice, el problema de la pobreza es multiforme y nos desafía todos los días con sus muchas caras marcadas por el dolor.
"Estamos llamados, por lo tanto, a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de soledad. Su mano extendida hacia nosotros es también una llamada a salir de nuestras certezas y comodidades, y a reconocer el valor que tiene la pobreza en sí misma" dice el papa en el mensaje.
El papa señala que "en ese domingo, si en nuestro vecindario viven pobres que solicitan protección y ayuda, acerquémonos a ellos: será el momento propicio para encontrar al Dios que buscamos". De esa manera, los pobres "podrán ser maestros que nos ayuden a vivir la fe de manera más coherente". Los pobres, "con su confianza y disposición a dejarse ayudar, nos muestran de modo sobrio, y con frecuencia alegre, lo importante que es vivir con lo esencial y abandonarse a la providencia del Padre".
La Jornada Mundial de los Pobres supone una invitación a redescubrir el cristianismo y la característica esencial de Dios que es la misericordia.
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