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María es la madre de la paciente espera. Ella fue la única que mantuvo viva la llama de la fe cuando Cristo fue sepultado. En su Soledad, ante la cruz vacía, nos ofrece todo el dolor por la muerte de su hijo.
Madre de la Soledad, Madre del Socorro. Contigo esperamos la Resurrección, la Pascua del Señor que nos traerá un tiempo nuevo en el que, esperemos, vaya pasando toda esta situación. Acoge las oraciones por las personas que nos han dejado a causa de la pandemia. Permite que recuperen la salud aquellos que están enfermos. Ayuda a tantas familias en situaciones difíciles y ante una nueva crisis en la que habrá que estar todos a una para salir adelante. Y bendice con tu Hijo a tantas personas que, desde todos los ámbitos, están día a día, haciendo posible que podamos llevar mejor todo esto.
Según el P. Paniagua en una reflexión sobre el Sábado Santo, muchos de los seguidores de Jesús se desilusionaron porque creían que él iba a ser el Gran Mesías de Israel. Ellos esperaban a un guerrero que los liberara del dominio romano con puño de hierro y un ejército numeroso. Sin embargo, cuando vieron que Cristo se dejó crucificar y murió, quedaron tristes y desilusionados. "Jesús fracasó, volvamos a nuestras tareas ordinarias", dijeron los discípulos de Emaús. También los apóstoles estaban con miedo, y se mantenían escondidos.
Incluso las mujeres que estuvieron al pie de la Cruz, van a embalsamar el cuerpo del Señor porque ya lo consideran como a un muerto. Ellas no habían creído en la resurrección de Cristo, y cuando encontraron el sepulcro vacío se llenaron de terror. Y no entienden por qué no está el cuerpo de Jesús y comienzan a dudar de lo que él les había dicho sobre la resurrección. Al aparecerse el ángel , una de ellas le pregunta : ¿ Adónde se han llevado al Señor? Sólo cuando Cristo se les aparece, creen.
María, en cambio, no fue al sepulcro porque había acogido la palabra de Dios en su corazón. Y por ser una mujer de fe profunda, había creído. Por lo tanto, ella no estaba desilusionada, ni asustada, ni desconfiaba. Ella sabía, como madre del Socorro, que la espera en la resurrección de su hijo era una sensación plena.
Pese de haber visto todo el dolor del día anterior, su fe y su esperanza son mucho más grandes aún. Se mantuvo firme al pie de la cruz, aunque profundamente dolida. En esos momentos lo único que la sostuvo fue la fe. Y también la esperanza de que se cumplirían las promesas de Dios.
Y en esta espera del Sábado Santo, con María, sabemos que llegará un tiempo nuevo que se abre con la Pascua. Y tendremos todo un año para reflexionar, preparar, meditar sobre lo que hemos vivido estos días y cómo estamos viviendo esta cuarentena. Y luego vendrá una nueva Cuaresma que nos llevará a la Semana Santa de 2021 donde viviremos, con más ilusión si cabe, todo lo que este año hemos tenido que sentir de otra forma.
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