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Votos y promesas
15.08.21 - Escrito por: José Juan Jiménez Güeto
En agosto de 2019, La Voz de Córdoba, publicaba este artículo de nuestro paisano, el sacerdote José Juan Jiménez Güeto, en el que explicaba el sentido del nombre de la tradicional romería que cada año, en la fiesta de la Asunción, tiene lugar al Santuario de la Virgen de la Sierra. Reproducimos íntegro el texto del mismo.
Bajo este singular nombre se celebra en la solemnidad de la Asunción, en la ciudad de Cabra, la Romería de Votos y Promesas. Una romería que hunde sus raíces allá por el año 1622; tras un periodo desaparecida, se recuperó en el año 1913. Desde entonces hasta este año se ha venido celebrando ininterrumpidamente viniendo a ser en estos días la 106 celebración de esta piadosa y devota romería hasta las plantas de la Virgen Milagrosa, María Santísima de la Sierra.
Me mueve escribir este artículo el hecho de descubrir, al enviar unas fotografías de la Virgen tal y como está preparada para la Romería, que algunos de mis amigos no tengan tan claro qué significa este nombre y el por qué del mismo a una romería. Aprovecho para transcribir lo que al respecto afirma el Catecismo de la Iglesia Católica:
"En varias circunstancias, el cristiano es llamado a hacer promesas a Dios. El Bautismo y la Confirmación, el Matrimonio y la Ordenación las exigen siempre. Por devoción personal, el cristiano puede también prometer a Dios un acto, una oración, una limosna, una peregrinación, etc. La fidelidad a las promesas hechas a Dios es una manifestación de respeto a la Majestad divina y de amor hacia el Dios fiel."Nº 2101.
"El voto, es decir, la promesa deliberada y libre hecha a Dios acerca de un bien posible y mejor, debe cumplirse por la virtud de la religión" (CIC can. 1191, § 1). El voto es un acto de devoción en el que el cristiano se consagra a Dios o le promete una obra buena. Por tanto, mediante el cumplimiento de sus votos entrega a Dios lo que le ha prometido y consagrado. Los Hechos de los Apóstoles nos muestran a san Pablo cumpliendo los votos que había hecho (cf Hch 18, 18; 21, 23-24)". Nº 2012.
A mi memoria viene esa imagen en la víspera de la Romería de Votos y Promesas, desde el mirador del santuario, cómo llegaban en la noche, a la luz de un candil o linterna, familias enteras -mayores y niños- de todos los pueblos de la comarca de la Subbética con alguna caballería que en sus serones albergaban no solo las provisiones sino también sacos de trigo o alcuzas de aceite como pago en voto a la Virgen y que nutriera las lámparas que iluminaban el santuario. Devoción que se plasmaba en innumerables pies descalzos que llevaban las marcas de cuerpos entregados a la dura faena de ganarse el sustento con largos días de trabajo y corazones confiados a la Bienaventurada Virgen Milagrosa que nunca niega su favor a quien se confía sin reservas a su bendito corazón.
Ya en el amanecer, la primera misa de peregrinos, largas colas para acercarse a contemplar a la Divina Señora, largas colas ante el confesionario para reconciliarse con el buen Padre Dios; largas colas para recibir en la eucaristía al Amor de los amores, y en el silencio contemplativo, en acción de gracias, abrazarse al Espíritu Santo, divino Maestro dador de todas las gracias. Y a eso de la hora del Ángelus, las miradas buscan en el horizonte la puerta por donde va a salir la Virgen de la Sierra, nuestra amada Madre. El repique de campanas anuncia que la Señora busca abrazar a todos los devotos que con fe honda han acudido a visitarla, conquistar los corazones que aquellos que sin fe o flaquean en el mar de la duda tan sólo han ido a ver de qué va eso tan especial de esta graciosa belleza de la que han oído hablar; y antes de volver a su templo, desde la altura del picacho, altar del cielo, en tanto que sus piadosos hijos cantan fervorosamente la salve, extender su bendición a los campos y a todos aquellos que deseándola visitar no pudieron por este año ir hasta sus plantas.
Hoy, hace un año, bendita Madre que le abriste los ojos a uno de tus hijos y como hermoso regalo salido de tu corazón me entregaste. Este día no podremos estar ante tus plantas, pero sí que nuestro voto y promesa está en ese 4 de septiembre donde iremos a devolverte el prendido que llevabas en tu pecho. En tanto, esperar y desde aquí donde casi se otea en la lejanía la lámpara de tu camarín, contar a todos la hermosura de tu corazón y cantar la belleza de tan excelsa Señora, mi amada Virgen de la Sierra que nunca nos niega su favor.
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