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Así sería...Jesús
17.03.14 - Escrito por: Eduardo Domínguez Lobato
Poco antes de que estallara la guerra de 1914, se descubrió en Roma, en la biblioteca de los Padres Lazaristas, un pergamino antiquísimo, cuyo contenido habría arrebatado la sorpresa del mundo, si esto no lo hubiera impedido el estallido de la gran guerra mundial. Hasta hoy la autoridad histórica de este documento ha quedado intacta.
En él posee el mundo un testimonio auténtico de inmenso valor histórico sobre Jesús, su figura y personalidad exterior. Se trata de una carta escrita por Publius Lentutius, antecesor de Poncio Pilato, en su calidad de Gobernador de Judea, carta dirigida al Emperador Romano, y que trata de Jesucristo. El documento está escrito en latín y data del tiempo en que apareció Jesucristo como predicador del pueblo.
A continuación damos la traducción de este documento al castellano:
El Gobernador de Judea, Publius Lentutius, al Emperador Romano
Supe, !Oh César! Que tú deseas saber algo respecto al hombre virtuoso que se llama Jesucristo
y a quien el pueblo considera como profeta y como Dios y de quien dicen sus discípulos que es el Hijo de Dios,
Creador del cielo y de la tierra. En realidad, ¡Oh, César! Se oyen diariamente cosas maravillosas.
Por decirlo brevemente, él hace resucitar a los muertos y sana a los enfermos
es hombre de mediana estatura de un aspecto benigno, de grandísima dignidad,
lo cual se manifiesta en su rostro, de una manera que, al considerarlo,
uno infaliblemente siente la necesidad de amarlo y temerlo.
Su pelo largo hasta las orejas tiene el color de nueces maduras
y desde allí cayendo sobre las espaldas es de un color brillante y dorado.
En la mitad de la cabeza está dividido según usan los nazarenos.
La frente lisa y la cara sin arrugas, ni manchas.
La barba, igual al pelo de la cabeza, en color, esta crespa y, sin ser larga se divide en el medio.
La mirada seria posee la virtud de un rayo solar.
Nadie le puede mirar fijo en los ojos.
Cuando habla amonestando inspira temor, pero apenas acaba de reprender está como llorando.
A pesar de ser severo, está muy afable y amable.
Se dice que nadie le ha visto reír, pero si llorar. Todos encuentran su conversación afable y agradable.
Pocas veces aparece en público, y cuando aparece se le ve muy modesto.
Él tiene una presentación muy noble. Él es hermoso.
Por lo demás, su madre es la mujer más hermosa que jamás se ha visto en estas regiones.
¡Oh, César! Si tú deseas verlo como me has escrito una vez, hazme saberlo y te lo enviaré enseguida.
Él no hizo nunca estudios; no obstante, él sabe todas las ciencias.
Él anda descalzo y con la cabeza descubierta.
Muchos al verlo de lejos se ríen; pero apenas se acercan tiemblan y lo admiran.
Dicen que jamás se ha visto en estas tierras un hombre como él.
Los hebreos aseguran que jamás se ha oído una doctrina como la suya.
Muchos dicen que él es Dios; otros que él es enemigo de Cesar.
Los malos hebreos le molestan mucho.
Pero de Jesús se dice que nunca ha dejado descontento a alguno; más bien su intento es de dejar contentos a todos.
En todo caso, ¡Oh, César!, yo cumpliré cualquier orden que tú me mandes respecto a él.
En Jerusalén, 7 del undécimo mes.
Publius Lentutius, Gobernador de Judea
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