|
Reflexiones sobre la fotografía en la Semana Santa de Cabra y el concurso del cartel (II)
09.02.17 - Escrito por: Mateo Olaya Marín
Otro punto que se cuestiona relacionado con el funcionamiento del concurso, es la composición del jurado. Las bases de la convocatoria son muy claras y en resumen, entiendo que la composición del jurado es representativa: miembros de la organización o entidades involucradas (Ayuntamiento y Agrupación) y personas expertas o relacionadas con distintos sectores artísticos de la cartelería: diseño gráfico, fotografía, impresión.
En este sentido, opino que podría aumentarse el número de personas relacionadas específicamente con la fotografía. Actualmente sólo un integrante en el jurado es fotógrafo o experto en esta técnica y no olvidemos que estamos ante un concurso de fotografía. Pienso que sería interesante que se planteara el aumento, como mínimo, en un miembro más: una persona relacionada y entendida en la fotografía, no necesariamente de Cabra, incluso alguien ajeno que aporte ideas frescas. Reforzaría el criterio técnicamente fotográfico dentro del jurado y aportaría una voz más, a la que ya existe. Actualmente, al menos bajo mi punto de vista, se antoja poco un sólo experto en fotografía dentro del jurado.
El segundo punto de reflexión, es la madre del cordero: la fotografía en sí, la calidad, la variedad de los trabajos y el tipo de cartel que cada año se elige. No voy a meterme en valorar las decisiones del jurado, que para eso está, es soberano y todo participante debe asumir. Pero quiero romper una lanza a favor de todos mis compañeros fotógrafos, de todos nosotros, ante las opiniones que apuntan a la poca calidad de las fotografías presentadas, la poca variedad, que siempre se hace lo mismo, que no se sale de la tónica general y clásica.
Hoy día, con toda la revolución digital y considerando que diariamente somos bombardeados con cientos de fotografías de todo tipo, es difícil impactar visualmente con una fotografía. En el caso de Semana Santa igualmente. Han pasado tantos años, y se realizan tantísimas fotografías, ya sean malas o buenas, con todo tipo de dispositivos, que impactar y llamar la atención con una fotografía en concreto es sumamente complicado; casi milagroso. Y quien crea que es fácil, le emplazo a que coja una cámara y se bata el cobre en la calle, supere la cantidad de limitaciones que tiene el fotógrafo para sacar algo decente, haga la foto y valore luego lo que cuesta sacar un material de una mínima calidad.
No es verdad que antes se hicieran mejores fotografías, como algunos apuntan cuando visitan la exposición. No. Lo que pasa es que antes el terreno estaba menos explotado, menos quemado, y con menos se podía impresionar y gustar. Hasta tal punto, de que aquellas buenas fotografías que ya fueron cartel, en determinados enclaves egabrenses, ya se miran con desdén actualmente por eso, porque ya fueron cartel en ese lugar y nuestro ojo ya se acostumbró, ya lo ve como algo normal, no distinto ni novedoso (Asunción y Ángeles, calle Mayor, plaza Vieja, Agustinas, plaza Aguilar y Eslava, Centro Filarmónico, Ayuntamiento, Santo Domingo, Cerro, etc.)
En este sentido, está clarísimo que los lugares fotogénicos en Cabra están más que expuestos en cartel, están más que vistos y manidos. Que Cabra es la ciudad que es, con sus lugares buenos y malos para la fotografía. Los rincones son los que son. No hay más en nuestro pueblo que además, reconozcámoslo, tampoco es el modelo de ciudad monumental, ni arquitectónicamente sobresaliente en todo su conjunto de casco antiguo. Tenemos un pueblo digno de ver, claro que sí, pero reconozcamos las limitaciones estéticas de nuestras calles, donde la modernidad y el nuevo urbanismo han dejado a la fotogenia urbana en una situación de desventaja. ¡Quién pudiera viajar al pasado y fotografiar con las tecnologías de hoy, aquellas Semanas Santas de ayer, con calles homogéneas, llenas de casas solariegas, rejas y balcones, edificios señoriales!
Aun así, cada año observo fotografías que aportan algo nuevo, distintas. Todos los años se puede apreciar alguna escena que se sale del tópico o del modelo clásico, pero en la mayoría de las veces caen en saco roto, son fotografías que no obtienen ningún premio, pasan absolutamente desapercibidas, y por consiguiente, el participante que intentó hacer algo diferente y vio que su apuesta no cuajó, percibe que es mejor explorar el terreno clásico porque, al fin y al cabo, se trata de participar en un concurso y aspirar a obtener algún premio. Porque cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿qué entendemos como foto de cartel de Semana Santa? ¿Es necesario que una fotografía de cartel, que anuncie nuestra Semana Santa, tenga que tener de marco, sí o sí, algún edificio o entorno emblemático, estar realizada en algunos de los enclaves del pueblo que ya sabemos, que la vista del paso sea, sí o sí, frontal o semi-frontal, que se vea algo de gente alrededor? ¿Es que tiene que verse el paso de cerca, o como mucho a una distancia media? ¿No hay más opciones posibles? Hemos tenido muy buenas fotografías de cartel con este tipo de composición, por supuesto; y cada año se siguen presentando fotografías muy bien hechas que siguen este modelo. Pero ¿no podrían ser otro tipo de fotografías, donde caben muchas más perspectivas y visiones de todo tipo, en las que nuestros pasos pueden ser recogidos de formas muy diferentes? Podría ser, de lo contrario la diversidad de "fotografías cartel" se reduciría notablemente y estaríamos, así, poniendo coto a la creatividad artística y reduciendo sustancialmente el margen de libertad para desarrollar el estilo fotográfico y sus múltiples vertientes.
Fotografías que van más allá del encuadre clásico, o que apuestan por una versión más atrevida, se han presentado al concurso y seguirán presentándose cada año. Pero para innovar, dentro de las dificultades que existe en el mundo de la fotografía para ello, deben confluir dos requisitos: que los participantes sigan apostando por aportar fotografías distintas; y que el jurado con sus decisiones potencie igualmente ese intento de innovar e ir más allá en la expresión fotográfica. También, las hermandades a la hora de plantear sus respectivos carteles o publicaciones, podrían apostar más decididamente por esas otras fotografías novedosas que se dan y se hacen, pero que finalmente terminan en el archivo del fotógrafo con más pena que gloria, porque, todo hay que decirlo, la cultura visual de nuestras cofradías, hoy día, es más reacia a las innovaciones.
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|