|
Gracias, pregonero
03.04.17 - Escrito por: José Manuel Jiménez Migueles
Querido José María,
Gracias. Por la exigencia. Por demandarte tanto para tu pregón. Tú, acostumbrado a describir lo que ves, has tenido la generosidad de desnudarte al escribir lo que sientes. Los que te conocemos, los que sabemos que hablas mejor con una mirada o dices más con una callada por respuesta, somos conscientes del esfuerzo
Gracias. Por la sencillez. Por recordarnos aquella niñez en la que jugábamos con las figuritas del portal de Belén sólo para terminar derrotando a esos romanos que todos los años apresaban a un hombre bueno y hacían llorar a una mujer mejor.
Gracias. Por la humildad. Por gritar por tus cuatro costeros que no concibes la vida cofrade sin el compromiso diario por tus titulares, por tu hermanos, por tu cofradía.
Gracias. Por tu amistad. Por demostrar que ninguna oveja merece estar fuera del rebaño. Porque sabemos, desde hace mucho tiempo, y porque tú nos lo inculcaste, que si el mejor camino a la oración es a través del arte no hay mejor camino a Dios que quererlo desde los mimbres de la amistad sincera, entregada y generosa que nos ofrece la vida en hermandad. La que nos ofrece nuestra Semana Santa de aquí, de allá y de acullá.
Gracias. Por la entereza. Por convencernos de que los silencios que trae la vida en la mochila se combaten con la palabra, con el amor y la fe.
Gracias. Por desear que las noches de Ramos, tan tuyas, tan nuestras, sean para siempre. ¿Te has dado cuenta que con unas pocas palabras has logrado que toda la hermandad mire unida e ilusionada a un nuevo proyecto? ¿Sabes lo que significa lo que hiciste al final del pregón? Habrás visto en las redes sociales que hay unanimidad en adivinar el anhelo que se acerca y en trabajar por hacerlo pronto. Tienes un don, querido.
Gracias. Por el himno. Has convertido la marcha "Madrugá Macarena" en el himno de la alegría de tus amigos cofrades. Sin ti, no sentiríamos el pellizco que ya sentimos al oir una marcha que llevo escuchando en bucle desde que me sentara a escribir estas líneas. No serás nunca consciente de la cantidad de gente que lloraba en el teatro mientras la marcha acompasaba tus palabras. No serás consciente de lo trascendente en que has convertido esta composición hasta que no veas, esta misma Semana Santa, cómo las lágrimas acuden prestas a los ojos del rebaño cofrade cuando la compartamos delante de cualquier paso de palio.
Y gracias. Por la felicidad. Algo pasó cuando acabaste tu pregón. Se encendieron las luces y muchos ojos estaban rojos. Las mejillas, algunas humedecidas, otras empapadas. Durante unos segundos la sensación fue que los allí presentes habíamos sido muy felices escuchándote. Es ahora, 30 horas después, y aún lloro de felicidad.
Y ese es tu gran éxito. ¿Qué es la Semana Santa para ti, José María? La Semana Santa te hace feliz. Te colma de fe. Te procura tus amistades. Te da su tiempo. Le das tu vida. Le da sentido a tu vida. Te da alegría y satisfacción. La Semana Santa te ha regalado, te regala y lo seguirá haciendo momentos inolvidables. Pero ante todo, la Semana Santa te hace feliz.
Y conseguir que los demás sientan con tus palabras, un Domingo de Pasión, lo que a ti te hace sentir Jesús de las Penas cuando baja José de Silva, lo que a ti te provoca la Virgen de la Macarena cuando por Parras te pide que no te vayas todavía, o la alegría que sientes al saborear los frutos de esta tierra por estas fechas con tus amigos de siempre y para siempre.
Ser tan felices con tus palabras como tú lo eres con tu ejemplo.
Tu mayor logro. Y siempre, te estaremos agradecidos. Porque así lo quiere Dios, o así Dios lo quiere, no lo sé muy bien.
|
|
|
|
|
|