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... y septiembre amaneció
01.09.20 - Escrito por: Antonio Ramón Jiménez Montes
Llegó la Virgen de la Sierra y Septiembre amaneció. Sonaron y repicaron a gloria especial las campanas de la Asunción en un alborear que recibía a la Señora revestida de verde esperanza. Dejaba la Palomita de la Cueva su casa en la agreste montaña y poco a poco, su eco anunciaban a la población que, a eso de las seis, la Virgen ya estaba en Cabra.
Un septiembre distinto, lleno de emoción y fervor hacia la venerada imagen de la Divina Serrana que irradia bendiciones y gracias allá donde se necesitan. Y por eso pasó por el Hospital antes de continuar su traslado a la parroquia.
Un septiembre cargado de incertidumbres y de dudas que se han disipado con la sola brisa de un amanecer cargado de la esperanza que nos trae la Madre y de la alegría que supone saberla entre nosotros que es nuestra "dicha mayor". Verde esperanza como su manto cargado de aromas serranos y dádivas de fervor.
Un septiembre único que nos exige responsabilidad y precaución máxima, pero que no nos va a impedir venerar a la imagen bendita de la Patrona de Cabra y pedirle, tan de cerca, que no nos niegue su favor. Por eso tenemos que cumplir todas y cada una de las instrucciones que se han indicado por la Archicofradía.
Un septiembre eterno cargado de la añoranza y el recuerdo, de una sensación extraña donde no tendremos abrazos ni procesión, pero que se preña de la devoción más profunda, ya sea en la cercanía o en la distancia. Porque la pandemia nos hace volver la mirada a esa sagrada imagen, ya sea en el Santuario del Picacho y de la Cueva, ya en la Iglesia Mayor Parroquial de la noble ciudad de Cabra. Y María de la Sierra no deja de interceder por este pueblo y sus hijos ante el Redentor que nos ofrece desde su vientre bendito.
La Virgen entró por los Arcos de Baena en una madrugada que, al contrario de lo que pasa en octubre, se llena de inicios y bienvenida.
Al amanecer del 1 de septiembre sonaron las campanas de Cabra, llenas de júbilo y dicha. Y lanzaron a los cuatro vientos su pregón mariano en el que revoltosos campanillos no se cansaban de girar y girar. Y las sobrias campanas del primer cuerpo de la Torre, tan majestuosas como hieráticas, dieron los toques precisos para acompasar el bronce de su latido y contener la alegría desbordada que anunciaban a la Ciudad.
Y entonces supimos, con profundo fervor y devoción, con la emoción contenida de un tiempo distinto, que Septiembre amaneció.
La Virgen de la Sierra ya está en Cabra.
¡Viva la Estrella de la Mañana!
¡Viva la Virgen de la Sierra!
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