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El niño que se viste de hebreo
24.03.14 - Escrito por: José Manuel Jiménez Migueles
Dedicado al niño hebreo más bonito de Cabra
O la niña, qué más da, que se viste de hebreo, estrena la Semana Santa de Cabra. La primera luz del Domingo de Ramos es suya, y con su palma inunda de color nuestras calles y con su rama de olivo da un mensaje de paz y esperanza a todas las personas de buena voluntad. El niño que se viste de hebreo es el ojito derecho de la abuela, la baba caída del tito, el yerno perfecto para cualquier madre. Es el brillo de la mirada que a todos los cofrades de Cabra se le advierte cuando el domingo de pregón escuchan por fin "Cofradías Egabrenses".
El niño que se viste de hebreo es la sonrisa de Dios. La felicidad de su abuelo. La fe hecha carne. El niño que se viste de hebreo es el cielo azul de nuestra vida, el fuego que enciende nuestra tradición y el agua que da de beber al sediento. El niño que se viste de hebreo se viste del cofrade que todos queremos ser, tiene la edad que todos quisiéramos tener y tiene la túnica más bonita de todas las hermandades de nuestro pueblo.
El niño que se viste de hebreo es la dicha de una comunidad que ve en él al garante de la fiesta. El niño que se viste de hebreo es aquel que el año pasado estuvo llorando durante toda la misa y luego le dio miedo acercarse al Cristo para besarle la mano. Ese niño es sueño cumplido de su padre, aliento de Cristo en su Pasión y Muerte y gozo en su Resurrección. Es el niño que meses atrás adoraba al Niño Jesús en su portal de Belén y hoy le corteja en su entrada en Jerusalén.
Un niño que anda siempre de frente, que no mira hacia atrás. Que mira a los ojos de quien le habla y que aún no conoce la mentira. El niño que se viste de hebreo lleva en su bolsillo estampitas de su Cristo que regala a todo el que se fija en él. Al niño que se viste de hebreo le plancha la ropa su madre, lo porta en brazos su padre, lo colman de cuidados sus abuelos y tíos y lo protege desde allí arriba Madre Inés y Rafalito Manjón.
Un ejército de ilusión invade las calles de Cabra. Visten de blanco y amarillo como si emisarios del Papa fueran. Los primeros sones de nuestra fiesta son para ellos, que iluminan con gracia e inocencia la mañana del Domingo de Ramos. Son los niños que se visten de hebreo para recordarnos que el hombre que se acuesta el sábado se levanta niño cada mañana de Ramos. Cuando los vean, sonríanle. Somos nosotros, de pequeños.
@JimenezMigueles
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