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Junto a los jóvenes, llevemos el Evangelio a todos
20.10.18 - Escrito por: Demetrio Fernández
Se celebra estos días en el Vaticano el Sínodo de los Obispos acerca de "Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional", durante el mes de octubre, mes misionero. Y el Papa en su mensaje para este año se dirige a los jóvenes para recordarnos a todos que si hemos venido al mundo es porque alguien nos ha enviado, nos ha encargado una misión. Es decir, somos misioneros.
Ser misionero es vivir con la conciencia de que uno ha sido enviado por alguien para algo. Nos ha traído al mundo Dios Padre por amor. Nos ha redimido del pecado y de la muerte eterna por medio de su Hijo Jesucristo, dándonos el Espíritu Santo, haciéndonos herederos del cielo y hermanos de todos los hombres. Y nos ha encomendado la misión de darlo a conocer al mundo entero. «Esta transmisión de la fe, corazón de la misión de la Iglesia, se realiza por el "contagio" del amor, en el que la alegría y el entusiasmo expresan el descubrimiento del sentido y la plenitud de la vida. La propagación de la fe por atracción exige corazones abiertos, dilatados por el amor. No se puede poner límites al amor: el amor es fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6)», nos dice el Papa en su Mensaje para este año.
El centro de la fe cristiana es una persona, Jesucristo. Y el centro de esta persona es el amor, su corazón. La tarea evangelizadora tiene como finalidad contagiar con alegría el amor que nos viene de Cristo y expandir cada vez más la civilización del amor. «Muchos jóvenes encuentran en el voluntariado misionero una forma para servir a los "más pequeños" (cf. Mt 25,40), promoviendo la dignidad humana y testimoniando la alegría de amar y de ser cristianos. Estas experiencias eclesiales hacen que la formación de cada uno no sea solo una preparación para el propio éxito profesional, sino el desarrollo y el cuidado de un don del Señor para servir mejor a los demás. Estas formas loables de servicio misionero temporal son un comienzo fecundo y, en el discernimiento vocacional, pueden ayudaros a decidir el don total de vosotros mismos como misioneros».
Nuestra diócesis conoce distintas experiencias juveniles de voluntariado misionero, sobre todo durante el verano. Los distintos carismas religiosos ofrecen el suyo y la diócesis de Córdoba propone la misión diocesana de Picota/Perú. También este verano ha sido una experiencia gozosa de Evangelio para todos estos jóvenes. Y para los que no se lanzan a largos viajes, está la experiencia misionera en la propia parroquia o con los jóvenes compañeros de clase o de trabajo. Si todos somos misioneros, especialmente los jóvenes están llamados a descubrir esta dimensión esencial de su vida cristiana, porque la fe se fortalece dándola.
Dice el Papa Francisco a los jóvenes, y podemos ampliarlo a todos: «Nunca pienses que no tienes nada que aportar o que no le haces falta a nadie: Le haces falta a mucha gente y esto piénsalo. Cada uno de vosotros piénselo en su corazón: Yo le hago falta a mucha gente». Muchos se salvarán por mi mediación, es un estímulo permanente para la entrega pensar que otros se benefician de mi sacrificio. Como una madre lo hace por sus hijos, así un misionero por aquellos a quienes es enviado. El mandato misionero de Jesús "Id y predicad el Evangelio a todas las gentes" (Mc 16,15) sigue siendo una urgencia hoy para todos, especialmente para los jóvenes. Aportando cada uno lo que pueda de sí mismo, puede cambiar el entorno donde vive, puede cambiar el mundo, pues nuestros actos buenos tienen una transcendencia enorme.
Recibid mi afecto y mi bendición:
Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
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