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LA CAMPANA DE LA VIRGEN (II) 1916-2016
05.08.16 - Escrito por: Antonio Ramón Jiménez Montes
Continuamos con la reseña del centenario de la campana de la Virgen de la Sierra. La Opinión, de la mano de Manuel Mora y Aguilar, reseñaba el acontecimiento y lo hacía de manera detallada y con gran pasión, como vino haciendo por todo lo relacionado con nuestra Patrona.
LA CAMPANA DE LA VIRGEN (II)
Como decíamos en la anterior entrega la campana llegó a Cabra el viernes 28 de julio de 1916 en el tren, procedente de Torredonjimeno: ¡por fin llegó el tren!, escribe el cronista contando como el entonces hermano mayor, Rafael Lama, "procedió a la apertura del wagón, causando una impresión profundamente agradable el aspecto de la campana, que está muy bien hecha. Es hermosísima, de buenas dimensiones y acusa un esmerado trabajo".
Debió constituir un hecho muy significado. Numerosas personas subieron a la estación para estar presentes a la hora de que llegara la campana popular. Y así al verla vitorearon a la Virgen con "vivas atronadores, resultando un ato sublime, grandioso, conmovedor, digno de ser descrito por pluma mejor cortada" decía el redactor de La Opinión hace un siglo.
En la estación estaban presentes el maestro campanero Vicente Rosas al que acompañaba un alto jefe de los ferrocarriles que había venido con él desde Jaén, José Gorostiza, además de un nutrido grupo de personas que también se anota. Además de los nombrados estaban el hermano mayor, Rafael Lama; el director de La Opinión, Manuel Mora; el presbítero Pedro Pedrosa y Eduardo Povedano. Otros acompañantes fueron Bernabé F. de Villalta, José Campins, Manuel Cordón, Francisco Ortiz Siñigo, Trinitario de la Iglesia, el jefe de la Estación de Cabra Federico Vélez Brancho, Antonio Solís, Antonio Leña y otros. Una foto de Rafael Ruiz Romero inmortalizó al gupo y se publicó en el extraordinario de septiembre de 1916.
Pero la campana había que subirla a la Sierra. Y para ello se estudiaron varias posibilidades. Subieron a la Sierra el constructor Rosas y una comisión creada al efecto con el hermano mayor, el director de La Opinión, Juan Leña, Pedro Pedrosa y el santero Juan García. Iban a estudiar sobre el terreno la mejor manera de realizar el traslado desde la estación.
Sin embargo, como luego recoge la crónica del 6 de agosto, en el número 227, la campana popular no fue directamente al Santuario. Era tal la petición del pueblo que los promotores de su hechura no pudieron resistirse y bajaron la campana a la población. Se pasó del vagón a la carreta "con facilidad por los centenares de devotos". La carreta se había adornado por tres operarios de la imprenta de La Opinión, Tomás Beneito Merino, Miguel Laguna Cordón y Agustín Serrano Ruiz que pusieron a la carreta "folleje, palmeras, flores por modo artístico, ¿qué es esto? ¿cuándo se ha visto una carreta así?, exclamaban los célebres Emilio y Lorenzo Torito".
Los hermanos Torito fueron los carreteros que llevaron la nueva campana a la Sierra. Pero antes, en aquella carroza engalanada, se trajo a la ciudad para enseñarla. Al llegar a la calle del Caz, fue tal el clamor y la gente queriendo parar la carreta, que se desistió de adentrarse por las calles del pueblo. De manera que decidieron llevarla al "ante-paseo, por la parte del Llanete de la Soledad".
"Una cadena interminable de fieles, en su mayoría donantes, van y vienen a contemplar la campana que se yergue suavemente en los limones de la carreta de Torito. Vivan los pueblos que dejen obras populares y eternas a las generaciones venideras".
Continuará.
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