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La campana de la Virgen 1916-2016 (III)
08.08.16 - Escrito por: Antonio Ramón Jiménez Montes
Cuando los carreteros que bajaron la campana desde la estación llegaron a la calle del Caz, que sería más o menos la actual calle Redondo Marqués en las inmediaciones de la Plaza de Toros, decidieron que no se adentrarían más en las calles de la población. Y así optaron, ante el clamor popular, por llevar la campana hasta el LLanete de la Soledad, en el ante - paseo y que la viera la gente antes de subir a la Sierra.
Hace un siglo, salvo la plaza de toros y el paseo, todo lo demás eran huertas. La carga vendría desde la estación, seguramente por el camino del antiguo convento de San Francisco de Paula, pues la senda de las Huertas sería más estrecha y compleja, hasta llegar a la calle del Caz.
En el diccionario geográfico de Madoz, el mapa de la ciudad de Cabra nos indica que, con la Casa Grande del Real Colegio e Instituto Aguilar y Eslava y la ermita de la Soledad, terminaba el urbanismo organizado a finales del siglo XIX. Poco habría cambiado en 1916. El Paseo del Salón, como se denomina en el mapa del Madoz, el molino de Prieto y la plaza de toros, fueron pues escenario mudo por el que discurrió en su tramo final la popular campana para que fuera contemplada por la entusiasta población.
Ahora llegaba el asunto más dificultoso. Había que subir la campana a la Sierra. Muchos pensaban que era una locura hacerlo en la carreta de los hermanos Toro y que siendo un camino tan difícil (aún no había carretera), tratándose de un cargamento tan delicado, la faena era bien compleja.
A las cuatro y media de la madrugada del lunes 31 de julio, "día de san Ignacio", como señala el autor de la crónica, se empiezan a jarrear los novillos.
"¡Vaya unos novillos!", exclaman los yunteros. Juanico y los boyeros Emilio y Lorenzo establecen un diálogo sobre el asunto. Al más puro estilo de sainete de los Álvarez Quintero, quieren contestar a la gente que decía que se iba a hacer pedazos la campana si la subían al Santuario en la carreta. Lo reproducimos:
"Oye, Lorenzo ¿has oído explicarse a aquel señorito ... que se da un tono ... jasiendo que lo sabe to y de esto no sabe na?
Yo sí - observa Juanico.
¿Será melón?, pues no sale como regañando y con la toná de que vamos a jaser peazos la campana? ¡Cualquier día!
¿Pues sabes qué te digo, Emilio...?
¿Qué?
Que debemos poner cátrea de estudios superiores carreteros en la Fuente del Lobo y el que quiera jaser el doctorao ... en dicha cencia ... ¡que eche parriba con acá por las cuestas de la Sierra!
Ja, ja, ja.
¡Ea, caballeros! Basta de andróminas ... se acabó el carbón y vamos con la campana de nuestra Madre a la ermita.
¡A la una!
¡Cudiao con la alhaja, muchachos! - dice Juan García - que aquí va una cosa mu grande.
¡Mirar que esto es más grande que la Vigen!
¡Hombre, hombre!, la campana es mucho pero no tanto.
¡Ea, mis novillos valientes!.
Un beso, un abrazo, un mimo y a la ermita de la Virgen a llevar la campana que regalan los devotos".
La crónica de La Opinión es prolija y detallada. No quiere dejarse atrás nada el redactor y así señala hasta los nombres de los bueyes: Rubio, Labraor, Arrogante y Navegante. Cuatro imponentes novillos que los Toritos han preparado con esmero para tan especial tarea.
Y comienza la hazaña: "los brutos se relamen, soplan y azotan briosamente con las colas los ijares, mugen, se afirman y arrancan. Rugen" y andando a la Sierra.
A las 8:20h de la mañana, casi cuatro horas después, desde los Miradores, las personas que estaban en la Sierra no creían lo que veían. Pensaban que, dado lo difícil del camino, la campana llegaría más tarde. Entre aplausos y vivas a la Virgen de la Sierra, a la campana, al santero, a Juan García y a los hermanos Toro, "carreteros valientes de Cabra", tras 29 largos años en que no subía ninguna carreta a la Sierra, la campana llegaba a su destino.
El arcipreste felicitó a los hermanos Lorenzo y Emilio y al santero, lo mismo que las demás personas que había en la Sierra. Los carreteros contaron que no se quitó ni una piedra del camino, siguiendo la ruta marcada como director técnico por Emilio. Los hombres que iban a uno y otro lado templaron los sogueros cuando la carga inclinaba y con Juan García delante, el trabajo estaba hecho.
"El sr. arcipreste obsequió a los albañiles y carreteros con salchichón y don Juan Leña con una arroba de vino que el hermano mayor preparó y que aquel no quiso cobrar"- leemos en La Opinión.
Luego vendría la bendición de la campana que tuvo lugar bajo la espadaña junto a la Cueva de la Aparición en una sencilla ceremonia que la colocó en su sitio a la espera de una celebración religiosa y solemne, que tendría lugar en la Romería de Votos y Promesas del año 1916.
Continuará.
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