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Soneto a la Asunción de la Virgen
15.08.20 - Escrito por: Pedro Espinosa (1578-1650)
Con este Soneto a la Asunción, del poeta antequerano Pedro de Espinosa, recordamos hoy una de las solemnidades más importantes del calendario mariano en la Iglesia y en la devoción popular como es la Fiesta de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, tan señalada en Cabra con la celebración de Votos y Promesas en el Santuario de la Virgen de la Sierra y también en la advocación de la parroquia de la Asunción y Ángeles.
En turquesadas nubes y celajes
están en los alcázares empirios,
con blancas hachas y con blancos cirios,
del sacro Dios los soberanos pajes.
Humean de mil suertes y linajes,
entre amaranto y plateados lirios,
inciensos indios y pebetes sirios
entre alfombras de lazos y follajes.
Por manto el Sol, la Luna por chapines,
llegó la Virgen a la empiria sala:
visita que esperaba el Cielo tanto.
Echáronse a sus pies los serafines,
cantáronle los ángeles la gala,
y sentóla a su lado el Verbo santo.
PEDRO DE ESPINOSA
Nace en Antequera (Málaga) en 1578. En esta ciudad se inicia en las letras pasando más tarde a la Academia Poética de Granada. Posteriormente estudia Cánones y Teología. En su vida religiosa llegó a ser director del colegio de San Ildefonso y capellán al servicio del conde de Niebla. A este noble le dedicó Góngora su fábula de Polifemo y Galatea. Una vez ordenado sacerdote adoptó el de Pedro de Jesús, con el que acostumbraba a firmar todos sus escritos.
Como poeta su mayor logro fue la famosísima Flores de poetas ilustres, publicada en Valladolid en el año 1605 con 228 composiciones. Dicha obra fue, según los críticos, uno de los tesoros del Siglo de Oro de la Poesía, ya que en ella están representados los más logrados poetas de su época. También tuvo mucho éxito su Fábula del Genil compuesta en octavas reales y su Soledad firmada con el nombre de Pedro de Jesús.
Famosos son sus versos a Cristobalina Fernández de Alarcón, poetisa y «Musa de Antequera», dama que, al quedarse viuda de su primer marido, optó por casarse de nuevo con uno de los rivales de Pedro Espinosa, motivo por el cual, según noticias de su tiempo, le llevaron a la vida religiosa. Fue uno de los primeros poetas en emplear los alejandrinos en sus sonetos, adelantándose a los modernistas. Durante su tiempo, sus versos alcanzaron tal calidad que fueron comparados con los de Lope, Quevedo y el mismo Góngora.
Murió en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), en 1650.
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