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El manto que lleva es de tisú de plata y oro, en tono crudo, con dibujos en forma romboidal bordeado con un finísimo encaje de oro. La saya y vestido del Niño está realizada en sedas del mismo tono con brocados en oro viejo, tono que predomina en el conjunto y que se completa con peto, rostrillo y corona dorados, además de otros elementos que conforman una estampa de marcado sabor dieciochesco.
A falta de las flores que adornen su trono, ya podemos verla fuera de su camarín, ante el retablo marmóreo de Melchor de Aguirre y esperando el fervor y la devoción de tantas personas que volverán a estar junto a Ella en una intensa y emocionante jornada romera, como es la que tiene lugar cada 4 de septiembre.
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