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La abundancia de bien de las Cáritas parroquiales de la diócesis es el fruto de la generosidad y el trabajo de muchas personas que actúan como voluntarios, corresponsablemente, en torno a una organización guiada por los párrocos, sacerdotes diocesanos que acompañan a la persona hasta la frontera de sus necesidades, para evitar juntos caer en el abismo de la desesperanza. Es la misión diaria de amar al prójimo como Cristo nos ha enseñado.
Las Cáritas parroquiales son instrumentos fundamentales para este tiempo incierto y detenido que estamos viviendo. A través de ellas, el amor de Cristo se hace presente en cada una de las parroquias repartidas por nuestra diócesis. Ahora que las necesidades crecen, aumenta también la solicitud por llegar al hermano con la creatividad del amor, la que late bajo los datos de personas y de recursos económicos, y que debe expandirse todavía más si cabe cuando la crisis sanitaria que vivimos de paso a una previsible crisis social para muchas familias.
Durante 2019, las Cáritas parroquiales de Córdoba atendieron a más de 20.000 personas, pertenecientes a unas 7.000 familias. Estas cifras han experimentado un repunte en abril, cuando el estado de alerta sanitaria ha comenzado a mermar los recursos en muchos hogares.
Este es un tiempo de verdadera dedicación para estas personas por parte de las Cáritas parroquiales, que, en su mayoría, han conseguido mantener sus programas de atención y han adecuado los repartos de alimentos a las medidas sanitarias exigidas por el estado de alerta sanitaria. En todas ellas, las personas han sido atendidas individualmente, previo aviso telefónico. La entrega de alimentos y vales para la adquisición de productos perecederos, en comercios cercanos, se realiza ahora escalonadamente, para evitar la presencia simultánea de personas en los centros de reparto.
Las necesidades crecientes se relacionan sobre todo con la demanda de ayudas para el pago de suministros. Son las mujeres, en su mayoría españolas, las que acuden en mayor número a estos puntos de reparto y reciben las ayudas correspondientes.
Las Cáritas parroquiales obtienen sus recursos, para la ayuda a los más necesitados, a través de las colectas de las parroquias, que, en los días de Jueves Santo y Corpus Christi, tienen profundo significado para la comunión fraterna y la atención a los más pobres y vulnerables. Los recursos provienen también de suscripciones de particulares, de donde se obtienen los mayores porcentajes, así como del fondo de solidaridad de Cáritas diocesana, que sale en apoyo de aquellas Cáritas parroquiales que presentan una demanda de asistencia mayor que los recursos disponibles.
La atención está garantizada por la presencia de unos siete u ocho voluntarios en cada una de las parroquias, donde este servicio es una de las expresiones de caridad fraterna más notable y permanente. Estos son los datos, nutridos de caridad cristiana y atravesados de agradecimiento, de quienes son manos y pies para instaurar en nuestro mundo la civilización del amor.
El arciprestazgo de Lucena-Cabra-Rute atiende a 367 familias, casi 2.500 personas. Por localidad, Cabra atiende, en sus Cáritas parroquiales, a 210 familias, unas 660 personas. En número de familias le sigue Lucena, con 140. Solo en la parroquia de San Mateo Apóstol se atienden al mes a 60 familias, lo que representa una atención para casi 700 personas. Las Cáritas de Iznájar y Benamejí comparten el mismo número de familias atendidas, 4 obtienen ayuda de la Parroquia de Santiago Apóstol de Iznájar y otras 4 de la parroquia de La Inmaculada Concepción de Benamejí. Este es uno de los casos donde el mismo número de personas asistida requiere poner a disposición recursos económicos muy diferentes, de acuerdo con las necesidades particulares de cada familia.
En la Parroquia de Santa Catalina de Rute son atendidas cada mes 175 personas, mientras que en la parroquia de Nuestra Señora de la Expectación de Encinas Reales se atiende mensualmente a una media de 10 familias, unas 90 personas que en el 60% de los casos presentan necesidades urgentes de alimentación. A estas familias también se les ofrece material escolar para los niños. Durante la crisis, la parroquia ha colaborado aportando a la residencia de mayores material sanitario y ofrece servicio de limpieza para personas enfermas.
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