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En la fiesta solemne del Corpus
01.06.18 - Escrito por: Demetrio Fernández González
La fiesta solemne del Corpus vuelve nuestra mirada a Cristo en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Bajo los velos del pan y del vino se esconde Cristo vivo y glorioso, que perpetúa su ofrenda de amor en la Cruz para el perdón de los pecados, y vive glorioso en una existencia nueva, estrenada por él al vencer la muerte y ofrecida a nosotros como una realidad incipiente en nuestra alma. Cristo Eucaristía centra las atenciones de todos los fieles de múltiples maneras.
¡Oh, sagrado banquete!
Tu compromiso mejora el mundo
Nuestro encuentro con Jesús en la Eucaristía, cuando hicimos la primera comunión, fue un momento sublime y feliz para cada uno de nosotros. Él y yo, cada uno de nosotros, entablamos una amistad honda y duradera, que va configurando nuestra vida cristiana a lo largo de nuestra historia, hasta que lo veamos cara a cara y podamos fundirnos en un abrazo de amor para toda la eternidad. Volver nuestra mirada a Cristo Eucaristía renueva en nosotros ese encuentro, en el que él ha venido a buscarnos encelado de amor por cada uno de nosotros. No nos cansemos de darle gracias por este feliz invento, el sacramento del altar, que nos hace vivir momentos de profunda intimidad.
¡Qué sería de nuestra vida sin la Eucaristía! La fiesta del Corpus es ocasión de festejar con cantos de júbilo este sacramento que ocupa un lugar central en nuestras iglesias y en la vida de la Iglesia. Limpiemos nuestra alma para recibir este sacramento, acerquémonos con las mejores disposiciones del corazón, vivamos nuestras jornadas sobre todo el domingo con este sentido eucarístico de ofrecer nuestra vida unida a la suya por la redención del mundo, acudamos a adorarlo en el silencio y el coloquio de la amistad sincera. Adoración eucarística en todas sus formas: adoración nocturna, adoración perpetua, hora santa, adoremus, etc. Iniciemos a los niños y jóvenes en la adoración eucarística, en el trato con el Señor vivo en este sacramento.
Y si vivimos de verdad la Eucaristía, viene nuestro compromiso por transformar el mundo en el que vivimos. En la fiesta del Corpus celebramos el día de la caridad fraterna, el día de Cáritas. Cáritas es la organización de la caridad en la Iglesia diocesana y goza entre los fieles católicos del prestigio del buen hacer desde hace mucho tiempo. Este año nos lo recuerdan con el lema: "Tu compromiso mejora el mundo". No se trata de una campaña anónima, de un programa sin rostro. Se trata del compromiso personal, que brota de la relación personal con Jesús y nos lleva a descubrirle presente en el rostro de los más desfavorecidos, en los pobres afectados por todo tipo de pobrezas, materiales y espirituales.
Los obispos españoles nos recordaban hace poco: "nuestra caridad no puede ser meramente paliativa, debe ser preventiva, curativa y propositiva. La voz del Señor nos llama a orientar toda nuestra vida y nuestra acción desde la realidad transformadora del reino de Dios". No estamos solo para socorrer al necesitado, debemos salir al encuentro de tales necesidades, antes de que se agraven y, sobre todo, hemos de luchar para eliminar las causas que producen tales situaciones, denunciando incluso la injusticia. Como dice el papa Francisco, "la pobreza nos desafía todos los días con sus muchas caras marcadas por el dolor, la marginación, la opresión, el tráfico de personas y la esclavitud, el exilio, la miseria y la migración forzosa". Este desafío resulta "cruel", cuando constatamos que estas situaciones no son el fruto de la casualidad, sino la consecuencia de la injusticia social, de la miseria moral, de la codicia de unos pocos y de la indiferencia generalizada de muchos.
Adorar a Cristo nos lleva a transformar el mundo, pues en la Eucaristía se produce como una fisión nuclear de amor con un potencial tan grande que es capaz de hacer un mundo nuevo. Los santos han tenido en la Eucaristía su referencia principal, su alimento, su estímulo permanente. "El mismo Jesús que adoramos en la Eucaristía es el que atendemos en los pobres... No podeos prescindir ni del uno ni del otro" repetía Madre Teresa de Calcuta. La fiesta del Corpus nos ayude a revivir todos estos sentimientos.
Recibid mi afecto y mi bendición:
Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
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