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Día del Papa, en la fiesta de san Pedro
30.06.18 - Escrito por: Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
¡Viva el Papa! Es un grito frecuente cuando asistimos a las celebraciones o audiencias que él preside. Es un grito que brotó espontáneo y desgarrado del corazón de los católicos cuando el Papa Pío IX fue perseguido y expoliado en el siglo XIX. Hoy no tiene esas connotaciones políticas, sino que viene a ser el grito espontáneo de la fe y del gozo del encuentro.
La adhesión al Papa constituye un elemento esencial de la fe católica, que en algunos momentos y en algunos ambientes se nos quiere arrebatar. Llegados a la fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo, en la que celebramos también el Día del Papa, volvemos a esta consideración que afecta a la médula de la fe católica.
La Iglesia comenzó su andadura en la historia apoyada en la memoria permanente de su Fundador, Jesucristo el Señor. Y fue el mismo Jesucristo el que eligió a los doce Apóstoles, llamándolos por su nombre a cada uno después de una noche de oración, y los constituyó columnas de esa nueva comunidad, fundada por él. Al frente de esa comunidad incipiente puso a Simón Pedro, como roca firme y fundamento de la unidad de su Iglesia: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no podrá contra ella" (Mt 16,18).
Un hombre frágil y pecador como Pedro, es puesto como roca firme al servicio de aquella comunidad, que fue abriéndose camino en medio de dificultades y persecuciones desde el principio. La fuerza le viene de la encomienda del mismo Cristo, del Espíritu Santo que le asiste en su servicio y de la oración constante de la comunidad cristiana que vive unida en la oración, mientras Pedro está prisionero: «Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él» (Hch 12, 5). La persecución ha fortalecido a la Iglesia y a sus miembros en todos los momentos de la historia. Una de las pruebas de la naturaleza divina de la Iglesia, compuesta por hombres frágiles y pecadores, es precisamente esa: nadie, ni los de fuera ni los de dentro, han sido capaces de hundir o destruir esta Iglesia fundada por Jesucristo, porque es Dios quien la sostiene, y el mismo Jesucristo ha garantizado su existencia hasta el final de la historia.
El sucesor de Pedro es el Papa. El Papa Francisco hace el número es el 266 en la lista de sucesores del apóstol Pedro. El Papa Francisco fue elegido el 13 de marzo de 2013 (lleva más de cinco años) y eligió el nombre de Francisco para acentuar su referencia a san Francisco de Asís, cuyos rasgos principales son la pobreza evangélica al estilo de Cristo, el amor por la creación como obra del Creador y la promoción de la paz en el diálogo con todos los pueblos. El Papa Francisco se caracteriza por un estilo sencillo y cercano, accesible a todos, por su amor preferencial por los pobres ("Sueño con una Iglesia pobre para los pobres"), por la insistencia en poner a la Iglesia en actitud misionera ("Iglesia en salida"), que ha de llevar el Evangelio a todos. Y ha empeñado muchos esfuerzos en la reforma de la Curia romana para purificarla de lastres que van acumulándose y hacerla más ágil en el servicio al ministerio del sucesor de Pedro y a la Iglesia universal.
Llegados al Día del Papa, demos gracias a Dios por el Papa Francisco, a quien Dios ha elegido para presidir la Iglesia santa de Dios. Oremos por el Papa, reconociendo en la fe el papel que Cristo le ha confiado para nuestra salvación y la del mundo entero. Estemos atentos a su magisterio, para secundar sus enseñanzas. Superemos los peligros a los que el Papa se enfrenta hoy especialmente. Por una parte, el halago interesado tomando de él lo que a uno le conviene, y dejando lo que no interesa. Este es una de las peores amenazas al ministerio del sucesor de Pedro. Y por otra parte, la crítica amarga de lo que no nos guste de él, como si el seguimiento de Cristo y la adhesión al Papa fuera un capricho selectivo de nuestros gustos o tendencias.
La adhesión al Papa es un principio incuestionable de un corazón verdaderamente católico. Oremos por el Papa, oremos por cada uno de nosotros, oremos por la acogida en la fe de sus enseñanzas y orientaciones. El Papa es un regalo de Cristo a su Iglesia, el Papa Francisco es un regalo de Dios a la Iglesia de nuestros días.
Recibid mi afecto y mi bendición:
Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
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